Medios de comunicación “van por su reinvención”

Por Karina A. Rocha Priego

Ante tanto cambio y ante tanta incertidumbre sobre, ¿qué va a pasar en México?, ¿qué va a pasar con los más de 127 millones de habitantes que tendrán que someterse a un sistema político dictatorial?, sin lugar a dudas que los medios de comunicación tendrán que “reinventarse”.

Unos morirán, otros tendrán que reorganizar sus plantillas laborales, muchos de los que trabajan en los diversos medios, tendrán que renunciar ante la inminente coartación a la libertad de prensa que se avecina pues, aunque se diga que “hay respeto en ello”, es bien sabido que ese, será uno de los tantos cambios que se “tendrán” que dar.

Hoy, quienes laboran en un medio de comunicación, tendrán que poner en una balanza qué les conviene y qué no; sobre todo, si tiene que ver con “su seguridad y la de sus familias”, pues generalmente el “talón de Aquiles” de cualquier trabajador, son precisamente sus seres queridos, contra quienes se lanzarían aquellos que buscan “un bien particular”.

Hay que olvidarse de lo aprendido, hay que olvidarse de la razón por la cual surgieron los medios de comunicación, de cualquier índole, para poder vivir en paz y sobre todo “con seguridad”, procurando que la información que se dé a conocer “sea al gusto” de quienes tienen “la sartén por el mango”.

Las empresas periodísticas tendrán que trabajar con sigilo, si es que quieren seguir laborando, claro, para poder seguir “manteniendo” a las decenas de familias que dependen de ellos; aquí, no sólo es un reportero, un fotógrafo, un corrector o un prensista, son sus familias las que confían en que sus seres queridos seguirán llevando el sustento a sus hogares, esperando, primero, que “regresen, y regresen con bien”.

Por supuesto, decenas de “plumas” se tendrán que quedar sin trabajo, por despido o por renuncia (forzada) -es lo más seguro-, con el fin de conservar su honor, su dignidad, el respeto a sí mismos, sabedores de que no habrá lugar en otros medios para ellos, pues las salidas de los que a esta labor se dedican, corre como pólvora entre el gremio periodístico.

Pero no todo es tan malo, esto, al final, puede que traiga un poco de tranquilidad a aquellos que se han visto amenazados, perseguidos, señalados por cómo llegan a manejar la información que se genera a diario en toda la república mexicana. Hay medios de comunicación pequeños, otros son grandes consorcios pero, al final, la plantilla laboral es la misma, “viejos lobos de mar” o jóvenes emprendedores que quieren aprender a manejar la información que se genera y que no tiene que ser, forzosamente, información política, hay tantos géneros que cubrir que, estamos seguros, aquellos que tienen la necesidad “de seguir adelante”, buscarán la forma de eso, seguir adelante sin necesidad de poner en juego su trabajo y mucho menos su vida.

En México, la libertad de expresión, por décadas, ha sido un derecho que comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas, ya sea oralmente, por escrito, o a través de las nuevas tecnologías de la información, el cual no puede estar sujeto a censura previa, sino a responsabilidades ulteriores expresamente fijadas por la ley.

Sí, querido lector, “la ley respalda la libertad de expresión” a través del Artículo 6.º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; aquí, varios fueron los ordenamientos jurídicos y documentos que dispusieron en su texto, la necesidad de respetar el derecho de expresión, así como de establecer límites al mismo.

Desde el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, expedido en Apatzingán, el 22 de octubre de 1814, hasta la promulgación de nuestra actual Ley Fundamental con fecha 5 de febrero de 1917, el derecho a expresarse, a manifestarse por escrito, ha sido inherente a nuestros derechos fundamentales.

Esta garantía aparece de manera explícita por vez primera en la Constitución de 1857, en su artículo 6.°, del que literalmente y sin afectarlo pasa a ser parte textual de la Constitución de 1917.

Es así como, poco a poco, los medios de comunicación tendrán que reinventarse, en un afán de seguir manteniendo informada a la población y sobre todo, para subsistir como fuente de empleo que, hemos de insistir, son decenas de familias las que dependen de ello.Por lo pronto, “hay que poner las barbas a remojar”, desafortunadamente ante la

incertidumbre, nada es lo que parece y, quienes se dedican a esta labor, que valoren los pros y contras de esta noble tarea de informar, lo cual, sin lugar a dudas, será un tanto difícil, sin embargo, para muchos, estarán ustedes de acuerdo, ¡más vale retirarse a tiempo!…

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