Por KARINA ROCHA/MIREYA ALVAREZ
-Segunda Parte-
Antes de continuar, hagamos un paréntesis para exigir a las autoridades y a las instancias locales, estatales, nacionales e internacionales de Derechos Humanos, den seguimiento a lo que viene sucediendo en la Villa Almoloya de Juárez, Estado de México. Según nos informan, es inhumano el trato que le dan ahí a niños y adolescentes catalogados como problemáticos, pero, por el simple hecho de “catalogar, marcar, fichar, señalar” a uno de estos como “problemático”, ya es un delito cometido contra niños y adolescentes.
Es más, hay que recordarles a las autoridades del DIFEM que, el cumplimiento efectivo de los derechos de niñas, niños y adolescentes, es un requisito esencial para lograr su desarrollo integral, y para impulsar la evolución de la sociedad mexicana a una donde se garantice un clima de civilidad, paz, comprensión, respeto y bienestar.
A nivel internacional, la Convención sobre los Derechos del Niño, es el instrumento principal que obliga a los Estados Parte a proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes ante las distintas problemáticas a las que se enfrentan en los ámbitos de su vida; los reconoce como sujetos plenos de derechos y establece la obligación de todas las instituciones públicas y privadas de implementar las medidas necesarias que garanticen su protección contra toda forma de discriminación y siempre en beneficio de su interés superior.
Sabemos de antemano que todas la casas hogar, ya sea de los DIF municipales o el estatal, que es el que rige a todos los demás, se mueven generalmente a través de “donativos” para los niños, niñas y adolescentes que están bajo su resguardo.
Ropa, calzado, alimentos, sin embargo, el DIFEM tiene su propio presupuesto, tan es así que lleva a cabo licitaciones, incluso, para lo más elemental como es lo antes descrito.
Pero sepan ustedes que se viene arrastrando desde la administración de Eruviel Ávila Villegas (2011-2017) el DIFEM sufrió una grave descomposición, periodo en el cual, se comenta, el número de jovencitas y jovencitos que se escaparon del resguardo del DIFEM fue verdaderamente algo insólito, lo que nos hace preguntarnos, una vez más, ¿qué es lo que sucedía al interior de las Casas Hogar del DIFEM para que las adolescentes tuvieran que salir huyendo?.
Pero, primero, tocaremos el lado del dinero, de las donaciones que, si bien es cierto estas últimas se agradecen a los donadores, ya que, sin su ayuda, la situación al interior de las Casas Hogar del DIFEM será todavía más raquítica para los albergados.
Pero, ¿sabían ustedes que, mientras unos donaban, el “DIF facturaba lo donado”? Sí, hasta donde se sabe, mientras unos ponían sus recursos para ayudar a bebés, niños, niñas y adolescentes del DIFEM, por otro lado la administración hacía de las suyas para “recuperar” lo que nunca invirtió, sobre todo cuando, las donaciones, y esto todos lo saben, son al cien por ciento deducibles de impuestos, entonces, imagínense de cuánto dinero estamos hablando, cuyo destino es aún “desconocido”.
Sin embargo, se dice que esta situación fue heredada a la administración de Alfredo del Mazo Maza donde, no sólo NO pararon los escapes de las jovencitas, sino que, además, quien era la encargada de los CAS del DIFEM, Cristel Yunuen Pozas Serrano, pasaba por alto todos estos “inconvenientes” porque así convenía a su “administración” y porque, dicen, esta “era la niña de los ojos de Del Mazo”, esta que se manejó como procuradora de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, responsable de lo que sucediera a todos los infantes DIFEM.
Esta mujer que pasó por alto la huida de niñas, al grado de que, durante su administración, tres jovencitas se “escaparon” -supuestamente- y jamás se volvió a saber de ellas pero, eso sí, se dice que por su injerencia en el DIFEM, fue capaz, incluso, de involucrar a su marido, de nombre Héctor Coca Chávez, en las licitaciones del DIFEM, a través de la empresa “Coca Consulting Group”, que maneja Héctor junto con su hermano Hugo David Coca Chávez, llevándose todas las licitaciones que del DIFEM se llevaran a cabo.
Pero, como ya lo habíamos comentado antes, desde bebés, hasta adolescentes, de las Casas Hogar del DIFEM, están a expensas de ropa de mala calidad o usada; leche, frutas y verduras echadas a perder, calzado de segunda; el sistema educativo ¡pésimo!, pues a pesar de que dentro de las instalaciones del CAS existe un centro escolar, son pocos los salones y maestros que tienen, por lo que, al parecer, les dan clases de primero, segundo y tercero juntos, lo mismo pasa con los grados siguientes hasta en secundaria.
Si alguno de los jóvenes albergados (as) quieren estudiar la preparatoria, pues se las ponen bastante difícil, al grado de que, quienes están a cargo de los y las adolescentes, sólo cuentan los días para que estos cumplan la mayoría de edad y poderlos “despedir” del DIFEM, no sin antes obligarlos a firmar una carta en la que, de puño y letra digan que “se van voluntariamente” cuando la realidad es otra.
Podría pensarse que estos Centros de Asistencia Social, trabajan por reinsertar a la sociedad a estos jóvenes, pero no es así.
En realidad no los preparan para ello, por el contrario, las actividades recreativas que debieran tener ¡no existen!.
Aunque usted no lo crea, dentro de los CAS existen niños, niñas y jóvenes altamente relevantes, no por estar bajo el resguardo del DIFEM, significa que no pueden o no saben; es más, se sabe que en algún momento (2019) un grupo de jovencitas que tomaban clases de ping pong, tuvieron la oportunidad de participar en una competencia en Cancún, cuyo desempeño fue grandioso, pero para lograr esa oportunidad quienes eran responsables de las jovencitas tuvieron ¡que rogar!, para que se les diera esa oportunidad, al regresar de su viaje, las clases de ping pong fueron ¡canceladas!.
Esto nos hace ver que quienes son responsables de las y los adolescentes en los CAS, poco les importa su futuro, sólo piensan en que se vayan o los adopten, mientras que el presupuesto que corresponde al DIFEM, pocos saben su verdadero destino, dejando en claro que es bastante complicado que una familia se incline por adoptar a un o una adolescente.
En este punto, ocurre algo todavía más grave, como es el “alterar” los expedientes de niños, niñas y adolescentes para enviarlos a un hogar de acogida, por ejemplo, sabedores de que los documentos que presentan ¡no son reales!, son disfrazados, son alterados, pueden ser hasta falsos…