En el corazón de Corral Viejo, una comunidad que hasta hace poco parecía vivir ajena a los titulares de los grandes medios, el ritmo habitual de la tranquilidad rural fue abruptamente interrumpido. Una operación encabezada por la Secretaría de Marina marcó el inicio de un día que pocos en el lugar olvidarán. Era temprano cuando los vehículos oficiales irrumpieron en los caminos polvorientos de esta localidad, ubicada en el municipio de Culiacán, Sinaloa.
Al llegar al sitio señalado, los marinos encontraron un vasto terreno de aproximadamente mil 500 metros cuadrados que albergaba lo que describieron como un laboratorio clandestino. Este lugar no era un improvisado espacio para la producción de drogas; su infraestructura evidenciaba un nivel de organización meticuloso y recursos significativos.
A simple vista, los indicios dejaban claro que se trataba de un centro de producción de drogas sintéticas de gran capacidad. En el sitio se aseguraron 15 kilogramos de producto terminado, listos para su distribución. Además, se encontraron 6 ml 400 litros de mezclas en crudo, 400 kilogramos de sustancias en proceso de cocción y una cantidad importante de químicos esenciales para la fabricación de estas sustancias.