Miles de feligreses recibieron con fe y esperanza las reliquias de San Juan Pablo II, que consisten en una gota de sangre encapsulada, en Morelos, dañado por la creciente violencia que ha vivido en los últimos años.
El vestigio del Santo Padre fue depositado en un nicho elaborado por la comunidad católica ubicado en la parroquia de San José, municipio de Jiutepec, Morelos.
El traslado de sus reliquias fue iniciativa de Tomasz Chlebowski, párroco de la iglesia y amigo personal del cardenal Stanislaw Dziwisz, secretario particular de Juan Pablo II y con quien convivió durante su estancia de estudios en Roma.
La gota de sangre se encuentra dentro de una escultura que no mide más de 20 centímetros y al principio fue colocada cerca del atrio para recibir la bendición del arzobispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro.
“Es importante tener un apoyo en esta situación en la que vivimos aquí en Parres y en Jiutepec; hay mucha violencia (…) cada día llegan las personas heridas de esta violencia que perdieron (a) sus hijos”, dijo a EFE Chlebowski.
Para el sacerdote, esta reliquia significa una fuente de espiritualidad, y aunque las gotas de sangre son pequeñas serán conservadas y esperan que esta acción derrame bendición de amor y paz, no solo a Morelos sino para México y el mundo.