El descarrilamiento del Tren Interoceánico ocurrido el domingo en Oaxaca, que dejó un saldo de 13 personas fallecidas y 98 heridas, abrió una grieta más profunda que la propia vía férrea: la relacionada con el origen, la antigüedad y la supervisión del material rodante utilizado en un proyecto que el gobierno del expresidente López Obrador presentó como emblema de modernización y desarrollo regional.
Lejos de tratarse de vagones nuevos, como se difundió en la narrativa oficial durante la inauguración del servicio de pasajeros, los coches involucrados en el accidente corresponden a modelos fabricados en Estados Unidos entre las décadas de 1950 y 1960. Se trata de vagones tipo Budd Standard Passenger Coach, con más de 60 años de antigüedad, que fueron sometidos a procesos de rehabilitación antes de entrar en operación en el Istmo de Tehuantepec.
