“Anunciaron con bombo y platillo lo que llamaron “documental de Claudia Sheinbaum”, en el que no existe Carlos Ímaz, quien ni siquiera es mencionado. Eso sólo puede verse como falsificación histórica, y que el director de la cinta sea el hijo de ambos es desconcertante y hasta desolador. Es difícil frasearlo en estos tiempos tan quisquillosos con la corrección política, pero no se puede entender el papel de Sheinbaum en el movimiento estudiantil y su ingreso al gobierno de AMLO sin Carlos. No digo que ella carezca de méritos; afirmo que, durante más de dos décadas, su labor política estuvo estrechamente ligada a quien era su pareja sentimental.
La omisión de Ímaz no sólo es deshonesta e injusta: es profundamente cruel. El hueco resulta tan grande que el ausente llama más la atención que la protagonista, y eso remite a la peor explicación, la única posible: los propagandistas de su exesposa lo ven como un lastre y no les importa hacerlo evidente”.
