* Economía mexicana se vacía, mientras el gobierno presume fortaleza. la fuga de capitales revela la realidad que el discurso oficial ya no puede ocultar……
Por Karina A. Rocha Priego
Quien asegure que el país no ha caído en recesión económica está completamente equivocado, dopado o es parte de la «multitud chaira» que solo estira la mano y recibe dinero del Gobierno dinero que proviene de impuestos de ciudadanos trabajadores y responsables porque, si por los chairos fuera, ni para un vaso de agua habría.
México vive una realidad económica que ya no se puede maquillar con discursos estridentes, ni con propaganda que presume «estabilidad», mientras el país se hunde en una contracción silenciosa, pero evidente, la recesión está aquí y, aunque el Gobierno Federal la niegue, con el descaro que lo caracteriza, la gente la siente en el bolsillo, en la mesa, en la calle y en la desesperación cotidiana de no llegar a fin de mes.
Recesión negada, realidad insostenible
Primero, debe entenderse por recesión económica: la disminución significativa y generalizada de la actividad económica que dura varios meses, caracterizada por la caída del Producto Interno Bruto, el aumento del desempleo, la reducción de la producción industrial y un consumo debilitado, todo ello provocando pérdidas empresariales y contracción en múltiples sectores, definición que no necesita más explicación, porque es justo lo que ocurre en México, hoy, aunque el Gobierno siga con su cuento de estabilidad macroeconómica y crecimiento sostenido.
Durante meses hemos advertido desde esta columna, la precariedad en la que viven 45 millones de mexicanos que sobreviven en condiciones de vulnerabilidad, los datos del INEGI son contundentes y no admiten manipulación alguna pues, a agosto de 2025, siete millones de mexicanos seguían en pobreza extrema, es decir, el 5.3 por ciento de la población y en pobreza multidimensional, 38.5 millones de mexicanos más, lo que explica un país fracturado donde el discurso triunfalista es un insulto.
La llamada pobreza multidimensional, revela lo que el Gobierno intenta esconder bajo la alfombra, porque no solo mide la falta de ingresos, sino también carencias en salud, educación, empleo, vivienda, servicios básicos y entorno digno, es decir, mide la realidad completa, esa que no aparece en las conferencias matutinas donde todo se presume perfecto, mientras millones viven entre escasez, abandono y resignación.
Por eso los programas «goberpaternalistas» no son solución pues, más allá de los aplausos oficiales, el país sigue empobreciéndose y lo peor es que esos apoyos se están reduciendo por falta de recursos ante la caída en la recaudación y el debilitamiento económico que ya no alcanza ni para cubrir promesas.
Cerrazón oficial y desplome empresarial
Lo hemos dicho y lo repetimos, porque los números están ahí, aunque el Gobierno los quiera ocultar, el cierre de empresas se ha acelerado a un nivel preocupante pues, de enero a agosto de 2024, cerraron 6 mil 330 negocios formales, el peor registro en seis años, lo que implica menos ingresos tributarios, menos empleo y menos actividad económica para todos.
Para 2025 el panorama no mejora y las proyecciones iniciales ya advertían que más de 800 mil pequeños negocios estaban en riesgo por la inflación y el crimen organizado, a esto se sumó la suspensión de 416 empresas IMMEX en el mes de junio, por incumplimiento de reportes y la pérdida neta de 139 mil 444 em-pleos formales, ello solo en el primer semestre de este año, una cifra que grita crisis, aunque las autoridades insistan en hablar de prosperidad.
La industria de la construcción tampoco ha escapado al colapso pues casi dos mil empresas cerraron en el sexenio anterior y el panorama industrial para 2025 ya anticipaba un desplome mayor, sin inversión pública real y sin certeza jurídica para los inversionistas que, simplemente, han decidido guardar su dinero o sacarlo del país.
Fuga de capitales, grito que el gobierno ignora
Pero si algo confirma el desastre económico, es la fuga de capitales, un fenómeno que el Gobierno Federal pretende minimizar aunque se trate de la señal más clara de desconfianza. A noviembre de este año, la salida acumulada de capitales asciende a 173 mil treinta y cuatro punto veinte millones de pesos, siendo el octavo mes consecutivo de retiros masivos, algo que no ocurría desde diciembre de 2020 a agosto de 2021 y que hoy vuelve con una fuerza que debería encender todas las alarmas. ¿Y se atreven a hablar de recuperación económica?.
Para entenderlo mejor, la salida de capitales se mide observando la Tenencia por residentes en el extranjero, pues refleja el valor de activos financieros como valores gubernamentales que están en manos de inversionistas extranjeros, cuando esa tenencia cae significa que esos inversionistas ya no confían en el país y están sacando su dinero antes de que la situación empeore lo cual es exactamente lo que está ocurriendo.
No se necesita ser economista para entender que, cuando el dinero huye del país algo está profundamente mal, la confianza se evapora, la inversión se seca y la economía entra en un ciclo de deterioro que no se resuelve con discursos ni con propaganda, se resuelve con estabilidad jurídica, con respeto a las instituciones, con seguridad pública y con políticas económicas responsables, características que brillan por su ausencia en la administración actual.
La fuga de capitales, no solo es un dato financiero, es un diagnóstico brutal, es el país siendo evaluado por los únicos que no se tragan la propaganda oficial, los mercados y los inversionistas que no viven de frases hechas, sino de realidades económicas.
Mientras tanto, el Gobierno sigue hablando de transformación y bienestar cuando el país se hunde en una recesión disfrazada que ya tocó la mesa de millones, la pregunta es ¿cuánto más tendrá que deteriorarse la economía? para que, quienes gobiernan, se dignen a ver la realidad porque, mientras ellos se aferran a su narrativa triunfalista, México pierde empresas, empleos, inversión y futuro, aunque insistan en que todo va bien, el país cae en el abismo económico más evidente de los últimos años.
