Por Karina A. Rocha Priego
Sin temor a equivocarnos, este mes de septiembre ha sido verdaderamente trágico para México y los mexicanos, tanto el trenazo en Atlacomulco como la explosión de la pipa de gas en el Puente de la Concordia, han dejado una estela de muerte, de heridos y de dolor para las familias que perdieron a un ser querido y su patrimonio; un mes patrio que en lugar de ser motivo de fiesta, se tiñe de luto y desolación, recordándonos que las tragedias se han vuelto una constante en la historia reciente del país.
A unas horas de celebrarse un año más del tradicional Grito de Independencia, el país se encuentra sumido en la tristeza, la explosión de la pipa de gas LP en Iztapalapa en el Puente de la Concordia dejó hasta ahora 13 personas fallecidas y varias más hospitalizadas en estado grave, mientras que el trenazo en Atlacomulco cobró 10 vidas más, como si el destino quisiera recordarnos que septiembre carga con una maldición, porque no podemos olvidar que en este mismo mes ocurrieron algunos de los desastres más dolorosos de México.
Los sismos que sacudieron a México
Históricamente, septiembre se asocia con terremotos, el más devastador fue el de 1985 con magnitud de 8.1, que dejó miles de víctimas y destruyó gran parte de la Ciudad de México, de acuerdo con cifras oficiales murieron más de 3 mil personas, pero organizaciones civiles sostienen que la cifra real superó las 10 mil, lo cierto es que ese sismo marcó un antes y un después en la vida nacional, obligó a cambiar normas de construcción y a fortalecer la cultura de protección civil, este 2025 se cumplen 40 años de aquel día que nadie olvida.
Treinta y dos años después, el mismo 19 de septiembre, México revivió el terror con el terremoto de 2017, un movimiento de magnitud 7.1 con epicentro en Puebla que dejó más de 350 muertos y miles de damnificados, aunque los daños fueron graves, la respuesta social y la preparación mostraron que el país había aprendido algunas lecciones, sin embargo, la herida de ese día permanece abierta en la memoria de quienes perdieron hogares, familias y sueños.
Huracanes y tragedias humanas
Las tragedias de septiembre no se limitan a los sismos, también los huracanes han cobrado su cuota de sangre, en 1995 el huracán ‘Ismael’ golpeó las costas del Pacífico mexicano, causando inundaciones, destruyendo comunidades enteras y provocando más de 100 muertes, además de daños severos en la infraestructura, la Secretaría de Marina reconoció entonces que el desastre evidenció la falta de coordinación y de personal capacitado en meteorología, lo que dejó claro que México no estaba preparado para enfrentar fenómenos de esta magnitud.
A la par de los desastres naturales, septiembre también está marcado por tragedias humanas, nadie olvida la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron en Iguala, Guerrero, tras ser agredidos por policías, 11 años después seguimos sin conocer la verdad, sin saber dónde están y sin que haya responsables claros, esa herida sangra cada vez que llega este mes, porque la justicia sigue ausente y las familias continúan esperando respuestas.
Independencia entre la fiesta y el duelo
Cada 16 de septiembre los mexicanos festejan el Grito de Independencia, recordando la madrugada de 1810 en que Miguel Hidalgo inició la lucha contra el yugo español, aquella guerra se gestó por la desigualdad social, la discriminación, la inconformidad criolla, las reformas borbónicas y la crisis política en España, el objetivo fue liberar al territorio y formar una nación soberana, sin embargo, hoy, México enfrenta un nuevo yugo, el de la intolerancia, el autoritarismo y la crisis económica que golpea a millones de familias.
La deuda interna de México alcanzó al cierre del segundo trimestre de 2025 la cifra de 13 billones 319 mil 630.5 millones de pesos y continúa creciendo, la pobreza extrema aumenta cada día y los tres niveles de gobierno parecen más interesados en sus proyectos políticos que en apoyar a los ciudadanos, el llamado «goberpaternalismo» no ha frenado el deterioro social, por el contrario, lo ha profundizado, lo que coloca a la nación en un escenario de desesperanza mientras se intenta imponer un modelo que pocos comparten.
México, entre el festejo y la resignación
A unas horas de celebrarse el 215 aniversario del Grito de Independencia, el debate crece. Miles de mexicanos consideran que los recursos destinados a los festejos deberían redirigirse a apoyar a las víctimas de las recientes tragedias, otros insisten en mantener las celebraciones como símbolo de unidad y resistencia, el país está dividido entre el dolor y la costumbre, entre el luto y la necesidad de aferrarse a una identidad que se reafirma cada septiembre.
Las tragedias de este 2025 se suman a una larga lista de desastres naturales y sociales que marcan la historia nacional, el dolor de Atlacomulco y de Iztapalapa se une al recuerdo de los terremotos, los huracanes y las desapariciones, México celebra su independencia, pero lo hace con el corazón herido, porque hoy, como hace 215 años, sigue luchando por liberarse de yugos que lo atan, ayer fue el dominio español, hoy son la corrupción, la indolencia y la falta de justicia.
Un país que grita, pero no escucha
Hoy, México está de luto, sí, pero al mismo tiempo se prepara para gritar «¡Viva México!», un grito que retumba en las plazas, pero que se ahoga en las calles ensangrentadas, un grito que suena fuerte en los balcones presidenciales, pero que no llega a los hogares de las familias que lloran a sus muertos, un grito que conmemora la libertad, mientras el pueblo sigue encadenado a la miseria, la corrupción y la violencia, México no necesita fuegos artificiales ni discursos patrioteros, necesita verdad, justicia y dignidad, porque de nada sirve gritar independencia si seguimos esclavizados por el autoritarismo y la indiferencia de quienes gobiernan.
