En Johannesburgo, el sábado ha iniciado la reunión anual de los líderes del G20, bajo la presidencia de Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, quien en su discurso inaugural destacó la significación histórica del encuentro: por primera vez el foro más relevante de economías desarrolladas y emergentes se celebra en suelo africano, el mandatario sudafricano subrayó la urgencia de reforzar la credibilidad del G20 y de adoptar una declaración conjunta que reafirme el valor del multilateralismo.
Ramaphosa recordó que la elección de Johannesburgo no es un simple gesto simbólico, sino una oportunidad para que el continente africano —y por extensión el mundo en desarrollo— vea sus aspiraciones reflejadas en la agenda global, enfatizó que la declaración final sería una señal contundente de que la cooperación internacional puede cumplir resultados concretos, y lanzó un llamado a los participantes a asegurar que ninguna persona, comunidad ni país quede atrás en los compromisos del foro.
