Una investigación especializada dice que la situación del río Bravo es, posiblemente, peor que los retos que enfrenta el río Colorado, otro sustento vital para los estados occidentales de Estados Unidos, que aún tienen que definir cómo gestionar mejor ese recurso menguante.
El análisis encontró que, entre 2000 y 2019, la escasez de agua contribuyó a la pérdida del 18% de las tierras agrícolas en las cabeceras en Colorado, el 36% a lo largo del río Grande en Nuevo México y el 49% en el afluente del río Pecos en Nuevo México y Texas.
