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Damnificados de “Otis”, impotentes ante la negligencia gubernamental

Por Karina A. Rocha Priego

La emergencia en Guerrero va de mal en peor. Es un hecho que los acapulqueños no fueron alertados del azote del huracán “Otis”, pero lo más lamentable es que las autoridades federales ¡hicieron caso omiso a la amenaza! y, peor aún, que el jefe de la nación no “tuvo tiempo”, en la mañanera del aciago día del desastre en Acapulco, de hacer mención de lo ocurrido y, mucho menos, dio a conocer si había o no una estrategia a seguir por la llegada del huracán.

¿Qué está pasando en México? Las autoridades están sumergidas en trivialidades que no llevan a nada bueno, por el contrario, los afectados por “Otis” ¡están pidiendo a gritos -aún hoy- ser volteados a ver!

La población de Guerrero, impotente, ve cómo la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano, han llegado a la zona de afectación (todo Acapulco) ¡a saquear! Cuándo, querido lector, había visto usted que los uniformados, flagrantes y cínicos, en una zona de desastre, llegaran a robar, a golpear civiles, a amedrentar, ¿cuándo?.

Durante los últimos tres sexenios (Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña), han ocurrido diversos desastres naturales, y ha sido el jefe del Ejecutivo el primero en dar a conocer la magnitud de los daños y el programa de trabajo a implementar para apoyar a los afectados. Hoy no ha habido nada de eso, contrario a ello, las autoridades federales ocupan el “valioso tiempo de los mexicanos” a atacar a los “neoliberales” (estupidez más grande no puede existir) de criticar las acciones que, en definitiva, ¡no se estaban tomando!.

Increíble, el Presidente de México prefirió “victimizarse” ante la desgracia de los acapulqueños, saliendo hasta el 26 de octubre a las 10:30 de la mañana hacia la zona de desastre, pero, ¿por tierra?, ¿cómo? En ese momento, era de todos sabido que carreteras y caminos estarían destrozados por el meteoro, pero el chiste era “armar show, llamar la atención”.

Ello lo llevó a buscar alternativas para movilizarse, quedando atascado en el lodo, junto con su comitiva, como verdaderos menesterosos, carentes de parque vehicular acorde, no sólo a un presidente, sino acorde a las circunstancias de terreno afectado, realmente “dio pena ajena” ¡ante los ojos de todo el mundo!.

Querido lector, pasan los días y me sigo preguntando: ¿Qué hubiera pasado si tras ese atasque del presidente, “su convoy” hubiera sido atacado por el grupo criminal que tiene “secuestrado al estado de Guerrero”, sabiendo o no que en ese iba el Presidente de México, enfrentándose con las fuerzas armadas que acompañaban al Ejecutivo? Hoy, no estuviéramos viviendo ¡una sola tragedia, sino dos! y, ¿les importó?.

Esa, lejos de ser una actividad de verdadero apoyo para los damnificados, fue un “capricho clientelar” que no ayudó en absolutamente nada, sólo avivó la llama de la burla, el descrédito, “el meme perfecto para redes sociales”.

Por lo pronto, se les olvidó que el Ejército Mexicano tiene toda la capacidad para mover al Presidente de México al lugar que sea, en el momento que sea, considerando que el Ejército Mexicano, goza de un presupuesto de ¡más de 300 mil millones de pesos, y sus recursos!, le han permitido contar con una flota de aeronaves y helicópteros militares tanto de combate como de rescate, capaces para sortear ¡cualquier desastre! ¿Y? Nada, que el chiste era hacer “show”, mientras miles de acapulqueños ¡se están muriendo!.

Y, ¿sabe usted quiénes son hoy los culpables de lo que estamos viendo, a diario, luego del desastre? ¡Los medios de comunicación! otra vez, porque nos hemos atrevido a “denunciar, criticar, señalar” pero, contrario a la forma de pensar del Gobierno Federal, el afán “no es atacar” es dar a conocer lo que realmente está pasando. Ya no son aquellos tiempos en los que se podía esconder y disfrazar todo, ya no es posible, nos corresponde, entonces, informar y, sobre todo, ¡exigir que se pongan a trabajar ante esta desgracia!.

Lamentablemente para el Presidente de México, acudir a la zona desastre y mostrar su apoyo a los damnificados -que son sus gobernados-, levantar él y su equipo de trabajo un censo de los hechos, e instruir a sus secretarios para que ¡se pusieran a trabajar, de inmediato en la zona!, es “hacer del desastre un espectáculo” (sic), cuando la población lastimada quería -ya no- mostrarle al jefe del Ejecutivo lo que estaba pasando realmente en la región.

No sólo se trataba de mostrar los estragos de “Otis”, sino mostrar que las propias fuerzas armadas estaban saqueando Acapulco; mostrar que la inseguridad y violencia se incrementó considerablemente y que no había control alguno. Mostrar que no les había llegado ningún tipo de ayuda y que la enviada por ciudadanos mexicanos ¡no estaba llegando! pues, era prioritario -y sigue siendo- etiquetar la ayuda de los mexicanos con las siglas de Morena, antes de llegar a su destino.

Hombres, mujeres, niños, ancianos, mientras tanto, en espera ¡de una botella de agua, de leche, de pañales, de latas de comida!, porque las horas pasaban y ni quién volteara a verlos y, ¿saquear las tiendas de comida? ¡Ni hablar!, el Ejército Mexicano y la Guardia Nacional ¡ya se les había adelantado!.

Pero el Gobierno se tomó su tiempo para instruir a las fuerzas armadas y del orden para que detuvieran todo apoyo de la sociedad civil enviada a Guerrero, hecho que derivó en que un grupo de apoyo interpusiera una demanda de amparo contra los bloqueos de víveres dirigidos a Acapulco, para que ¡les permitieran pasar!.

Querido lector, ¿en qué país se ha visto que los civiles, en un afán de apoyar a sus hermanos en desgracia, tuvieran que “ampararse” para que se les permita “ayudar”? ¡Ni en el más pobre e ignorante país se ha visto tal hazaña! México ¡ha sido primicia!.

Hoy, los damnificados del huracán “Otis” aseguran ¡se la van a cobrar al Gobierno y a López Obrador en 2024! y hay que creerles porque, un estado gobernado por Morena, está siendo atacado, denostado, olvidado ¡por Morena! Familias enteras están viviendo la peor de sus desgracias, pero, cuando se les toca a sus hijos, a sus ancianos, sacan la casta y son capaces de todo.

Ya no hay marcha atrás. A estas alturas del desastre, ya todos sabemos lo que realmente está sucediendo en Acapulco, la realidad de una administración clientelar e incompetente, y la realidad de servidores públicos “rastreros” que, pese a cobrar un sueldo de manos ¡del pueblo!, lo saquean, lo patean, lo insultan, lo lastiman. Eso es, querido lector, lo que está pasando ¡y más!, tristemente.

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