
General Motors (GM), uno de los fabricantes de automóviles más grandes del mundo, está evaluando la posibilidad de trasladar parte de su producción de México a los Estados Unidos. Esta decisión surge en respuesta a los crecientes aranceles impuestos por México, los cuales afectan significativamente los costos operativos de la compañía. La medida se alinea con una estrategia para mitigar los efectos financieros de las políticas comerciales y preservar su competitividad en un mercado automotriz global en constante cambio.
En los últimos años, México se ha consolidado como un importante centro de producción automotriz debido a su mano de obra más económica y su cercanía a Estados Unidos, lo que facilita la integración en la cadena de suministro norteamericana. Sin embargo, las recientes políticas fiscales y comerciales mexicanas han comenzado a erosionar parte de las ventajas que atraían a empresas como General Motors. Los aranceles impuestos a ciertas importaciones y exportaciones clave en la industria han aumentado los costos para los fabricantes, generando preocupación entre las empresas que dependen de México como base de producción.