
Desde una heladería en California a un negocio de suministros médicos en Carolina del Norte o un vendedor de camisetas a las afueras de Detroit, las empresas estadounidenses se preparan para recibir el golpe de los impuestos que el presidente Donald Trump impuso el sábado a las importaciones procedentes de Canadá, México y China, los tres mayores socios comerciales de Estados Unidos.