Desde México, la iglesia católica se unió al llamado del Papa León XIV a orar por la paz en el mundo en momentos en los que los conflictos bélicos parecieran desbordarse y arrastrar a muchas más naciones y dirigentes políticos a definirse en bandos. Por esa razón, la iglesia convocó a las personas a darse cuenta de que la violencia no comienza con las armas sino desde el momento en que las palabras denotan intolerancia hacia el otro y faltas de respeto. Es entonces, que los hogares y casas de cada una de las personas se vuelve el sitio clave para parar la violencia y tender puentes al diálogo y a la paz.
